
De ahí esta reflexión. ¿Qué tratamiento recibe la derrota en el deporte en el ámbito educativo-formativo?
La derrota se asocia a conceptos como el Fracaso, la Incompetencia, la Decepción o la Torpeza, y el único mecanismo para alcanzar la Felicitación, el Apoyo o la Premiación es a través de la victoria. La capacidad de asimilación que tienen los niñ@s del deporte adulto es bestial, mayor de la que nos podamos imaginar, de ahí las constantes frustraciones de los niños al no alcanzar un resultado positivo cuando comparten una actividad física con compañeros.
Lograr un equilibrio en el tratamiento de la victoria y la derrota parece ser un buen camino para educar, ya que tan negativo es perder como ganar siempre. Las personas que logran triunfos en la vida han sabido digerir el sabor de la derrota, reconocer y mejorar de sus errores y plantearse la superación como medio para alcanzar sus objetivos.

Aquellas personas que “parece” que ganan en todo y que nunca pierden siempre muestran debilidades bien en el plano profesional o en el personal, ya que no podemos olvidar que el ser humano no es perfecto y aprende de sus propios errores. Por ello la derrota en el deporte debe ser un elemento para impulsar la recuperación y la superación, analizando nuestras propias acciones, ya que si conseguimos esto en el ámbito deportivo, también cabe esperar que suceda en los demás aspectos de su vida.
Los responsables de las actividades deportivas debemos promover un clima positivo, lúdico, participativo e integrador para que los niñ@s se muestren en su máximo esplendor y se pueda extraer de ellos lo mejor.
Pero, si siempre que afrontamos una competición tenemos el riesgo de sufrir una derrota, ¿Qué nos mueve a tomar parte de ellas? Pues sencillamente, que nos consideramos preparados para asumir la derrota (unos más que otros), aunque no por ello dejaremos de intentar rendir al máximo con el mayor de los esfuerzos posibles. Cuando una persona no acepta tomar parte de una competición, será porque no se considera lo suficientemente preparada para asumir la derrota o porque siempre que ha perdido no ha recibido los estímulos adecuados por la gente de su alrededor.
Unas cuantas preguntas para la reflexión podrían ser:
- ¿Qué expectativas tenemos los educadores, monitores, entrenadores o preparadores físicos de los niñ@s?
- ¿Qué expectativas tienen los padres de sus hij@s?